Los hombres modernos intentan satisfacer a sus parejas en la cama tanto como sea posible, ya que las revistas para hombres están llenas de descripciones de zonas erógenas femeninas. Glossy, destinado a la hermosa mitad de la humanidad, no se queda atrás; sin embargo, los consejos que se dan en ellos se concentran por error alrededor del pene.
De hecho, las zonas erógenas de los hombres son de varios tipos: pseudoerógenas, errantes y extremas. Las zonas pseudoerogénicas están asociadas con el cerebro y reaccionan inconscientemente a la presencia misma de una mujer amada, comenzando por su olor. Las zonas errantes pueden moverse alrededor del cuerpo de un hombre y solo son rastreadas por su reacción al afecto. Las zonas extremas pertenecen a la categoría de preferencias sexuales no estándar y se activan en presencia de ciertos desencadenantes, por ejemplo, el sadomasoquismo, etc.
Para que el sexo sea perfecto, una mujer debe comenzar a acariciar el cabello del hombre, acariciarlo lentamente y tocarlo entre sus dedos. En este caso, conviene pasar discretamente los dedos por el cuello, la nuca, los lóbulos de las orejas, la frente, los párpados y los labios, imitando un ligero masaje facial y susurrando varias excitantes tonterías. Además, la garganta y el pecho pertenecen a las zonas erógenas de los hombres: debes mover lentamente la lengua a lo largo de ellos, besar suavemente e incluso morder la piel. El número de programa requerido son pezones masculinos, que deben manejarse de la misma manera que un hombre trata los pezones femeninos. Un efecto igualmente fuerte lo ejercen las caricias de las manos y los dedos de los hombres: se pueden besar, lamer, chupar … en general, hacer todo lo que la relajación natural permita.
Una zona erógena muy sensible en los hombres es también el abdomen y el perineo, que se pueden acariciar suavemente con los dedos mientras se besa su vientre. Para llevar a una pareja al éxtasis, también puedes masajear los pies de los hombres, amasando cada dedo y subiendo por la parte interna del muslo hasta el preciado órgano, con caricias que ya no tendrán problemas.