En toda familia joven, tarde o temprano, nacerá un bebé, al que criarán los padres jóvenes. Pero, por otro lado, después del nacimiento de un niño, pueden surgir problemas y dificultades.
Las familias se crean por el bien de la procreación. Y a menudo, después del nacimiento del primer hijo, se crean nuevos problemas que no existían antes. Se trata de una inversión de su tiempo, una inversión de sus recursos económicos y, a su vez, de atención al niño.
En teoría todo parece claro, pero en la práctica resulta donde todo es más complicado.
Hay muchos ejemplos en los que la madre invirtió todas sus finanzas y tiempo en el niño, y el padre, a su vez, descuidó esto, y hubo momentos en que desapareció por completo. Este comportamiento no caracteriza al padre desde el mejor lado, y debes pensarlo.
A veces se encuentra el problema contrario, cuando una madre, que no desea tener un hijo, da a luz y rechaza las responsabilidades maternas, y toda la responsabilidad recae en su madre o en su padre. Una mujer en tal situación puede describirse como una persona irresponsable y licenciosa que no quiere resolver sus problemas. Tales situaciones son raras, pero aún existen.
Los niños son de naturaleza sensible y sienten un buen amor paternal. Y a menudo sucede que una familia joven, después del nacimiento de su primer hijo, aún no se ha acercado y dedica más tiempo a sí misma, a sus deseos y necesidades, privando así al niño del amor.
Un niño no es un juguete, sino también un organismo vivo que quiere atención, amor y afecto. Y para asumir tal responsabilidad, debe estar preparado y tener una cierta base.