Los niños no suelen tener ninguna duda de que necesitan una mamá. Ella lo es, y esto es normal para ellos, por supuesto. Los niños, por regla general, no piensan por qué lo necesitan. Ésta es una pregunta que toda madre debería hacerse. Y el destino de su hijo depende de la respuesta que dé.
Desde los primeros momentos de la vida, el niño depende de la madre. Manos cariñosas de madre, su voz dulce. Mamá para el bebé es paz y comodidad, estabilidad y orden. Con la ayuda de la madre, el niño se conecta con el mundo exterior.
Cada día de la vida, la conexión emocional entre madre e hijos se fortalece. A medida que la madre reacciona a lo que está sucediendo, el bebé reacciona de la misma manera. Si la madre está tranquila y confiada, entonces el bebé está tranquilo. Si la madre está constantemente insatisfecha o ansiosa por algo, no es de extrañar que el niño sea caprichoso y llore.
El niño está creciendo, pero la conexión con su madre permanece. Es de la madre que el bebé aprende cosas nuevas, aprende el mundo con ella. Mamá para él es protección y apoyo. El amor de madre es incondicional. Mamá es la persona que ama al niño solo por lo que es. No tengas miedo de mimarte con amor. Si un niño siente amor maternal, constantemente escucha de su madre que él es el mejor, tiene confianza en su propia fuerza.
Pero, junto con el amor, el rigor también debe estar presente en el comportamiento de la madre. Las restricciones razonables disciplinan al bebé, y la confianza de la madre en su rectitud le da tranquilidad al niño. Por supuesto, mamá debe obedecer, porque lo sabe todo mejor y sabe cómo. Y, al estar al lado de una madre así, el niño está tranquilo, no le teme al vasto mundo, está seguro de que siempre acudirán en su ayuda.
En aquellos casos en que un niño caprichoso logra mandar a familiares y amigos, sucede lo contrario. El niño no se siente seguro. ¿Cómo puede ayudarlo su madre que, al primer grito, corre a cumplir sus caprichos? El niño tiene miedo, tiene la sensación de que tendrá que luchar solo con un mundo desconocido.
El amor y el cariño que una madre puede dar a un hijo no puede ser reemplazado por nada. Depende de su educación en lo que se convertirá el hombrecito. De la madre, la hija aprende a ser amable, cariñosa, gentil. Y el hijo es cariñoso, valiente y fuerte.