Cuando los padres notan por primera vez que su hijo está mintiendo, a menudo entran en pánico y no saben cómo manejar las mentiras del niño. Los psicólogos aconsejan, en primer lugar, comprender las causas de este fenómeno.
Los padres deben saber que las mentiras de los niños en edad preescolar no son egoístas. Las mentiras de un niño pequeño pueden ser consecuencia del trabajo activo de una imaginación rica o un medio para proteger a una persona pequeña de un posible castigo o descontento de los adultos. Nunca debe castigar o ridiculizar a un niño por una imaginación rica, que puede encontrar su expresión en las historias más fantásticas. Si un niño, que regresa del jardín de infancia, dice que hoy construyó una nave espacial para dar un paseo o vio un cocodrilo vivo entre los arbustos, no se apresure a acusarlo de mentir. Por el contrario, pregúntele en detalle sobre estos incidentes asombrosos, muestre un interés amistoso. Sin embargo, no debe hurgar imprudentemente en todos los inventos de los niños. No se deben fomentar las fantasías que desarrollan una idea ilusoria y poco realista del niño sobre sí mismo y su lugar en el mundo. Si el niño dice: “Soy un superhombre. Yo mato a los villanos”, es recomendable corregirlo con las palabras:“¿Te gustaría ser un superhombre y ayudar a la gente?”A veces los preescolares mienten, queriendo parecer más atractivos a los ojos de los demás. Estas mentiras se distinguen de las fantasías inofensivas por un alto grado de credibilidad. Tal comportamiento es una señal alarmante de que el niño carece de atención o cree que no puede ser de interés para los demás por sí mismo. Una razón común para el engaño de un niño es el deseo de ocultar sus malas acciones a los adultos. Por regla general, este deseo viene dictado por el miedo al castigo. En este caso, no debe presionar al niño y obligarlo a confesar lo que ha hecho. Tal presión solo llevará al niño a inventarse nuevas y falsas excusas para sí mismo. Déjele la oportunidad de admitir sus propias faltas y, después de escuchar la confesión, asegúrese de elogiar al bebé; después de todo, admitir sus errores es muy difícil incluso para un adulto.