Cualquier padre debería poder encontrar un lenguaje común con su hijo. La confianza y la comunicación correcta ayudarán a comprender los problemas y miedos del niño y le explicarán algunas de las dificultades que surgen en las relaciones entre personas, padres, amigos.
La opinión de que el bebé no debe ahondar en problemas o secretos familiares después de llegar a cierta edad, y también que cuando sea mayor entenderá todo es un error. Muy a menudo, la reacción opuesta ocurre cuando los niños culpan a uno de los padres por muchos problemas, y peor aún, cuando se transfieren la culpa a sí mismos. Es así como surgen muchos complejos y problemas psicológicos.
El primer paso para comprender a su hijo es mostrar interés en sus asuntos, estudios, intereses y otras cosas importantes. Vale la pena considerar especialmente la reacción al comportamiento y las palabras pronunciadas inconscientemente, por ejemplo, durante una pelea entre un esposo y una esposa. Los niños no comprenden la diferencia entre un arrebato emocional y solo una frase hablada. Todo lo que dicen los adultos, y especialmente los padres, es "absorbido" y repensado por el niño. Muchos niños tienen miedo de ser abandonados, se culpan a sí mismos de las malas relaciones con sus padres, es difícil vivir cuando les dan malas notas o cuando algo se rompe por culpa de ellos.
Si el niño está tranquilo, sin emociones negativas, explique la importancia de la situación, el valor de una cosa rota o un comportamiento incorrecto, entonces la actitud del niño será más confiada, el miedo desaparecerá. Con el tiempo, este comportamiento será natural. En una situación difícil, el bebé no se retraerá en sí mismo, sino que acudirá a mamá o papá para pedirle consejo.
No intimide a un niño para manipular su comportamiento. Cuando se le habla de personas malvadas o terribles brownies que vendrán por él si se porta mal, entonces no se sabe en qué se puede convertir ese miedo.
El niño debe sentirse parte de la familia y no un marginado e indigno. Puede comenzar haciéndole preguntas sobre la elección de ropa o artículos personales, así como preguntarle su opinión sobre las reparaciones en la habitación de los niños o elegir un lugar para caminar. Por supuesto, la opinión de los niños no siempre es racional y correcta, pero puede estar de acuerdo con ellos o explicar claramente las características del comportamiento.
Cada niño es una persona que no nació por su propia voluntad. No está obligado a hacer lo que sus familiares quieren que haga. Pero en cualquier bebé debe manifestarse un impulso interior, que se encarga de ayudar a los padres, cuidarlos, respetar su entorno. Esto es posible solo con la correcta educación de los valores necesarios en sus hijos.