Muchos padres se enfrentan a una situación en la que un niño grita por la noche. Muy a menudo, este comportamiento es característico de los niños con mayor excitabilidad, que reaccionan de esta manera a los eventos del día anterior. Un llanto puede ir acompañado de lágrimas y puede haber varias razones para este comportamiento.
A una edad temprana, los niños no pueden explicar con palabras lo que les preocupa específicamente. Por tanto, gritar es una forma de comunicación con los padres. Para que el niño pueda comunicar que tiene hambre, que está incómodo o que le duele. Sin factores molestos no habrá gritos, a medida que se va haciendo mayor, el niño grita por las noches debido a que empieza a tener sueños inquietos. Los niños sensibles con una psique vulnerable son más susceptibles a esto. La abundancia de nueva información recibida durante el día, así como la imaginación violenta, a menudo conducen a pesadillas. La mayoría de los niños de preescolar y primaria pasan por esto, por lo que este comportamiento está bien. Las pesadillas están asociadas con la sobreexcitación, lo que hace que la corteza cerebral se relaje más de lo habitual. Se cree que el niño grita en el momento de la transición de la fase profunda del sueño a la fase liviana, ya que en este momento en la corteza cerebral debido a la fatiga excesiva, la excitación ocurre simultáneamente con la relajación. Y esta contradicción está provocando pesadillas. Pero la ciencia aún no ha podido explicar el motivo exacto de ellos, a veces un niño grita sin despertarse. En este caso, los padres no deben despertarlo, el llanto pasará tan repentinamente como comenzó. Para que el bebé se sienta protegido, basta con abrazarlo y calmarlo. En la mayoría de los casos, al día siguiente, los niños no recuerdan en absoluto lo que sucedió. Es poco probable que esos gritos se puedan prevenir por completo, pero se pueden minimizar. Para ello, es necesario que el tiempo antes de acostarse transcurra de la forma más tranquila posible, sin juegos activos y viendo programas agresivos. Dado que la fantasía de los niños es muy rica, puede transformar incluso un cuento de hadas inofensivo en una pesadilla. Por lo tanto, la elección de libros para la lectura nocturna también debe abordarse de manera responsable.