El niño no siempre crece obediente y tranquilo. A veces, el comportamiento del bebé puede incluso ser agresivo. En este caso, es importante detectar rápidamente el problema y comenzar a resolverlo.
¿Cuál es la diferencia entre agresión y agresión?
La agresión es un acto destinado a causar daño (psicológico, físico, material) a una persona o grupo de personas. Es decir, se trata de una determinada acción que se genera por la situación. Normalmente, los signos de agresión rara vez se pueden observar en una persona sana cuando son provocados por circunstancias externas. Pero la agresividad es un concepto completamente diferente que denota un rasgo de personalidad. Y si un niño tiene un comportamiento agresivo exactamente estable, es necesario hacer algo al respecto. Pero primero debe identificar correctamente la agresividad, porque no siempre se manifiesta solo en peleas y gritos.
¿Qué características tiene la agresividad?
Es importante comprender que un acto de agresión aún no es agresividad, pero la agresividad no necesariamente conduce a acciones destructivas intencionadas. Puede manifestarse en rasgos de personalidad como el negativismo, el resentimiento excesivo, la irritabilidad extrema, la contradicción, la ira y, por supuesto, a veces la pugnacidad y la sonoridad. Al mismo tiempo, la agresividad de los niños también tiene una serie de características positivas: actividad, independencia, independencia, iniciativa. Pero la psique del niño, debido a su falta de formación, elige con mayor frecuencia manifestaciones exactamente negativas.
¿Cómo reconocer a un niño agresivo?
Un niño agresivo responde a la mayoría de las solicitudes de una manera enojada e irritable, es grosero y levanta la voz. Al comunicarse con otros niños, muestra elementos de independencia y liderazgo, critica constantemente a los niños y les grita, se ofende, se venga. Uno de los rasgos más notables y comunes es la agresión verbal: un niño critica y llama a otras personas, incluidos los adultos. Muy a menudo, este rasgo negativo se manifiesta en el manejo de objetos materiales: los juguetes no duran mucho, muchas páginas de los libros se dibujan o arrancan, los objetos frágiles se arrojan y rompen en ataques de ira. Y claro, el indicador más obvio: el propio niño provoca conflictos, inicia peleas, golpea, rasca, muerde, estropea las cosas ajenas.
Si encuentra el patrón de comportamiento descrito anteriormente, debe comunicarse con un psicólogo infantil. Es importante entender que este es un problema solucionable, solo necesita encontrar su origen y tomar las medidas necesarias de manera oportuna.