En la sociedad, las niñas se consideran criaturas frágiles y necesitadas de protección. Este estereotipo en la crianza lleva a que, como adultas, las mujeres no se sientan seguras de sus capacidades, eviten asumir responsabilidades y acaben en relaciones codependientes y abusivas.
¿Cómo crías a las chicas para que sean atrevidas?
Para educar a las niñas para que sean audaces, anímelas a
- salga de la zona de confort (enséñeles a las niñas, al igual que a los niños, a asumir tareas más difíciles, a no tener miedo de fijarse metas más difíciles y ambiciosas, incluso si no las puede alcanzar al principio);
- confiar en su resiliencia (coraje, coraje, resiliencia, la capacidad de soportar dificultades; estas son cualidades que serán útiles en la vida adulta de una persona de cualquier género y género);
- tener confianza en sí mismo (creer en las propias fortalezas, habilidades, destrezas, inteligencia, destreza, ingenio y otras cualidades fuertes es vital para todas las personas).
¿Cómo se crían los niños y las niñas?
Los investigadores encontraron que en el patio de recreo, en igualdad de condiciones, es más probable que los padres expresen sus advertencias y llamados a tener cuidado con las niñas, en comparación con los niños. Los padres cuidan más a sus hijas que a sus hijos. Se anima a los niños a ser activos en el juego físico, a tener menos seguro, a superar obstáculos, a ejercitar la capacidad de esfuerzo ya no darse por vencidos.
Decirle a tus hijas "¡Ten cuidado!", "¡No te caigas!", "¡Cuidado!", "¡Ten cuidado, eres una niña!" - ¿Qué mensaje les estamos transmitiendo? Que las niñas son frágiles y necesitan ayuda, que no son capaces de hacer frente a una tarea difícil por sí mismas, que no pueden navegar la situación y controlar de forma independiente sus acciones, que deben tener miedo y miedo. Mientras que los niños reciben un mensaje diferente: sean independientes, asuman tareas difíciles y lidien con ellas, sean valientes.
Sin embargo, hasta la adolescencia, los niños y las niñas no son muy diferentes entre sí en el desarrollo físico. Además, las niñas son más fuertes y más desarrolladas. Pero los adultos actúan como si las niñas fueran más débiles y no pudieran hacer frente a muchas cosas. Al advertir a las niñas de los peligros de la niñez, las educamos para que sean temerosas e indefensas.
Una niña criada con mensajes como este, creciendo:
- miedo de decir lo que piensa
- prefiere estar cómodo para complacer a los demás,
- no confía en sus decisiones.
Es difícil ser audaz con semejante conjunto de experiencias. ¿Cómo se puede cambiar esto? ¿Cómo crías a las chicas para que sean atrevidas?
¿Qué puedes hacer para que tus hijas sean valientes?
Primero. Es necesario desde la infancia, al igual que los niños, apoyar y alentar (y no frenar y advertir) a las niñas en su deseo de actividad física: andar en patineta, trepar árboles, jugar en canchas deportivas con material deportivo. Este tipo de juego se llama "apuesta". Un juego así les enseña tanto a los niños como a las niñas a evaluar el peligro, a calcular sus puntos fuertes, a esperar pacientemente el éxito, a no darse por vencidos, a ser flexibles en su comportamiento y seguros de sí mismos. Al jugar "juegos de riesgo", los niños entrenan el coraje, la capacidad de ser valientes y seguir sus metas a pesar del miedo.
Segundo. Es necesario dejar de advertir y advertir a las niñas sobre todos los peligros del mundo. En lugar de "¡Cuidado, esto es peligroso!" dígale a su hija: "¡Vamos, puedes manejarlo!". En lugar de "¡Aléjate, esto es peligroso!" di "¡Pruébalo!" Cuando le advierte a su hija, le dice que no debe intentarlo y que no es lo suficientemente buena para tener éxito y que debe tener miedo. ¿Le gustaría que tuviera esta opinión de sí misma en su vida adulta?
Tercera. Entrene su coraje usted mismo en sus situaciones de la vida real. Aprenda a defender sus opiniones, resistir las influencias que lo destruyen, tener el coraje y hablar con quienes realmente lo admiran. Entrena tu coraje en casa, en el trabajo, en lugares públicos. No podemos enseñar a nuestros hijos lo que no nos pertenecemos.
Conclusión
Cuando su hija está parada en la cima de una colina empinada con su bicicleta, o cuando quiere subir una escalera alta y empinada en el patio de recreo, esta no es la colina o la escalera. El caso es que toda su vida está ante ella, en la que también habrá dificultades. Y ella debe tener las herramientas para superarlos cuando usted no esté cerca y cuando no pueda rodearla, protegerla o hacer algo por ella. Y luego su propio coraje la ayudará.