Cuando los jóvenes van por el pasillo, parece que solo les espera un futuro sin nubes y una vida familiar feliz. ¿Será realmente así? Todo depende de ellos.
Independientemente del tiempo que los recién casados se conocen, en el primer año de vida juntos hay muchas experiencias, sentimientos y emociones diferentes. Suceden muchas cosas agradables: una tormenta de pasiones, novedad de sensaciones, alegría de que un ser querido está cerca. Pero, junto con ellos, hay dificultades, peleas, malentendidos. Cada uno de los cónyuges tiene su propio nivel de cultura y educación, su propia comprensión de la vida familiar, basada en la experiencia de la vida con sus padres, sus propias expectativas de vivir juntos. Y cuanto mayor es la diferencia en ellos, más conflictos.
Surgen muchos desacuerdos domésticos. El esposo espera que su esposa lo encuentre después del trabajo con una mesa puesta para la cena. La esposa, habiendo vuelto a casa, no entiende por qué debería cocinar si el marido llegó a casa del trabajo dos horas antes. La distribución del presupuesto familiar plantea muchas preguntas y desacuerdos. La esposa se gastó todo el salario en ropa nueva y el esposo decidió dar el bono a los padres, porque pagaron el préstamo tomado para la boda.
Si al comienzo de la vida juntos, los cónyuges jóvenes no notan las deficiencias entre ellos, luego de uno o dos años, algunas pequeñas cosas pueden comenzar a molestar: un tubo de pasta de dientes sin cerrar, cosas dispersas, no lavar los platos a tiempo, el hábito de no cerrar las puertas del baño.
Las viejas pasiones comienzan a enfriarse. Se pierde la agudeza y novedad de las sensaciones. Con la llegada de un niño, los problemas no se vuelven aún más. La esposa está principalmente ocupada con el niño, no duerme lo suficiente, no tiene tiempo para cocinar o limpiar. Al marido le ofende que se le preste poca atención.
En tal situación, muchos comienzan a pensar que se equivocaron en su elección, que necesitan divorciarse, que esto no conducirá a nada bueno.
No debe apresurarse a tomar esa decisión. Nadie dijo que sería fácil. Las relaciones familiares son un trabajo diario. Lo principal: no necesitas ser egoísta, piensa solo en ti mismo. No hay necesidad de culparse el uno al otro por todos los problemas. Si la relación no funciona, ambos tienen la culpa.
En general, el divorcio es una intervención quirúrgica en la vida de una familia. Y después de eliminar incluso un órgano innecesario, el cuerpo siempre duele. Por lo tanto, intente resolver los problemas de otras maneras: hable sobre los problemas, descubra las razones de los agravios y reproches mutuos, perdónense mutuamente, entréguense el uno al otro. Que todos traten de ser felices, no a sí mismos, sino a su otra mitad.