Sanguino y melancólico. Esta es una de las relaciones más armoniosas. Ambos están completamente satisfechos con su matrimonio y se les considera la pareja perfecta. La vida familiar de una persona melancólica y optimista transcurre de manera mesurada y sin conflictos.
Colérico y sanguíneo. Estos cónyuges a menudo luchan por el poder y compiten entre sí en todo. Todos insisten por su cuenta y les cuesta llegar a un compromiso, por lo que uno de ellos tiene que aguantar la decisión.
Melancólico y flemático. No siempre es una relación satisfactoria, pero sí bastante estable. Pero, a pesar de las dificultades, los flemáticos y los melancólicos logran establecer relaciones positivas en la familia.
Colérico y melancólico. Una pareja así tiene una relación muy difícil. Ambos cónyuges son vulnerables, intemperantes en sus declaraciones y comportamiento. Pasan por todos los conflictos muy duro y consideran que su orgullo está herido. Esta combinación de temperamentos crea una relación difícil.
Flemático y sanguíneo. Estas personas son muy cercanas emocionalmente, pero esto no las libera de conflictos. La pareja suele resolver las cosas con distintos grados de éxito.
Mismo temperamento. Estas relaciones se consideran las más difíciles de todas. Muy a menudo, las rupturas y los divorcios ocurren tanto en la etapa inicial de una relación como después de varios años de matrimonio. No en vano hay una opinión entre la gente de que los opuestos se atraen y los similares, por el contrario, repelen.