Las enfermedades de los niños siempre han causado muchos problemas a los padres y a los propios niños. La tos ferina es especialmente peligrosa en los primeros años de vida de un niño. Si no consulta a un médico a tiempo, pueden ocurrir complicaciones e incluso la muerte. En el mundo moderno, existen vacunas contra la tos ferina, que reducen significativamente las estadísticas de la enfermedad en los niños con esta dolencia. Vale la pena señalar que las vacunas siguen siendo importantes, a pesar de que muchas madres se niegan a vacunarse.
Esta enfermedad se transmite por gotitas en el aire y entra en el torrente sanguíneo del niño, provocando una tos intensa. Es causada por la tos ferina, que ingresa al tracto respiratorio del niño. La tos ferina en los niños se manifiesta después de la primera semana de la enfermedad. La enfermedad desde los primeros días comienza con una pequeña secreción nasal, tos. Es decir, es muy parecido a un resfriado. Habiendo sanado un poco, el padre envía con confianza al niño al jardín de infantes con una ligera tos. Aquí es donde la diversión comienza. La tos del niño se intensifica y tiene un carácter paroxístico. El niño tose paroxismo, hasta vomitar.
En tal situación, comuníquese urgentemente con un médico que descubrirá la naturaleza de la enfermedad con la ayuda de pruebas especiales. Pero, si un niño comienza a toser desde la primera semana de la enfermedad, no se apresure a sacar conclusiones. Solo en la primera semana, la tos se considera normal. La duración de la enfermedad es de cuatro semanas a dos meses. A la edad de los niños menores de dos años, la tos ferina agota el cuerpo e incluso puede provocar neumonía. Los niños más pequeños menores de un año deben ser hospitalizados, ya que su inmunidad aún es bastante débil y el niño necesita un seguimiento constante por parte de los médicos. Durante una enfermedad, vale la pena evitar que el niño se comunique con otros niños.
El cuidado de un niño enfermo se reduce principalmente a ventilar la habitación, y la correcta rutina diaria, en la que se le da un lugar especial a los paseos al aire libre. Si el niño es propenso a vomitar después de un ataque de tos, comience a comer después de un ataque de tos. La dieta del niño debe consistir en alimentos semilíquidos con alto contenido calórico. Los niños mayores no necesitan reposo en cama, pero los bebés sí lo necesitan. Pero, en cualquier caso, no se automedique. Asegúrese de mostrarle a su hijo a un especialista. Es el médico quien podrá realizar el diagnóstico correcto. El tratamiento correcto le salvará de situaciones y complicaciones desagradables. La salud de tus hijos está en tus manos.