¿Ha pensado alguna vez en el hecho de que elogiar a un niño puede ser tanto perjudicial como beneficioso? ¿Y cómo hacerlo correctamente?
La opinión de los psicólogos
Desde un punto de vista psicológico, no se puede elogiar a un niño por las habilidades que le otorga la naturaleza misma. Tales elogios pueden ser muy dañinos. Y si se repite, su hijo comienza a sentirse "especial" y exige que los demás reconozcan esta verdad. Por ejemplo, si resulta que su bebé tiene buen oído para la música, no es necesario que se concentre solo en esto. Pero debe tenerse en cuenta el éxito en la enseñanza vocal o en la ejecución de un instrumento musical. Por lo tanto, le dejará en claro a su hijo que es valioso no solo tener una habilidad, sino que es importante desarrollarla. De lo contrario, un sentimiento de exclusividad puede llevar a la opresión de la propia personalidad, ya que con el tiempo, sin hacer ningún esfuerzo por desarrollar su habilidad, el niño verá los éxitos de los demás, envidiará y se considerará un genio fracasado.
Es perjudicial alabar que un niño hace algo con facilidad y ponerlo como ejemplo para quienes lo encuentran mucho más difícil. Debido a esta yuxtaposición, un niño cuya capacidad es inferior puede dejar de intentar lograr buenos resultados. Además, este elogio tiende a convertirse en un pretexto para la enemistad entre los niños.
Al elogiar a su pequeño a menudo innecesariamente, devalúa el elogio en sí y lo enseña a ser tacaño. Además, pronto, el niño generalmente dejará de escucharte y de tener en cuenta lo que le digas.
Entonces, ¿cómo deberías alabar?
La regla más importante: Elogie al niño con sinceridad y en proporción a los hechos.
Si el niño no tiene suficiente confianza en sí mismo, los elogios le darán fuerza, lo animarán y lo prepararán para lograr la meta establecida. El elogio correcto te llena de optimismo cuando lo necesitas. Y si nota un regalo en un niño, entonces debe explicarle que el éxito y el reconocimiento de sus habilidades serán solo con la condición de un trabajo minucioso para su desarrollo.
Al mismo tiempo, la falta de elogios también conduce a consecuencias irreparables. Si los niños elogiados inmerecidamente crecen y se vuelven arrogantes y arrogantes, entonces un niño que ha sido avergonzado públicamente o de quien se han reído de él tratará de esconderse de todos durante toda su vida, o odiará silenciosamente todo lo que le rodea. Hay otro tipo: los niños activos, cuyas habilidades no han sido dirigidas en la dirección correcta, se vuelven egoístas y groseros con los demás. Hay quienes no se sienten avergonzados por los intentos públicos de humillación, sino que, por el contrario, los ridiculizan. Estos niños suelen hacer una mueca en la espalda del maestro cuando los castiga, lo que hace reír a toda la clase.
En general, las consecuencias de un exceso o falta de elogios pueden ser grandes, por lo que debes tener especial cuidado y cuidado en este momento para no dañar a tu hijo.