La palabra "bravuconería", por regla general, se utiliza en un contexto negativo, a pesar de que está relacionada con la palabra "valiente", que es una característica positiva de una persona o un acto. ¿Cuál es la diferencia entre valentía y valentía?
Bravuconería en lingüística
Según los lingüistas, la palabra "bravuconería" proviene del francés bravade, cuyo significado principal es "imprudencia". La bravuconería suele significar valentía demostrativa, desprecio por el peligro y comportamiento agresivo. La connotación negativa de la palabra viene dada por el hecho de que, a diferencia del coraje y el coraje, la bravuconería, por regla general, tiene un carácter puramente ostentoso. Significa que no existen razones racionales para actuar de esta manera, además, el modo de acción elegido por el sujeto lo expone (y en algunos casos, a quienes lo rodean) a un peligro insensato. Por ejemplo, la famosa cena de los tres mosqueteros en el sitiado y bombardeado bastión de Saint-Gervais no fue más que bravuconería.
Si rastrea la etimología de la palabra "bravada" hasta el final, resulta que probablemente proviene del latín bravo, que significa "bandido", "matón".
A diferencia de la ficción, en la vida real, tales demostraciones de atrevimiento y valentía suelen tener consecuencias bastante desagradables, por lo que la mayoría de la gente usa la palabra "bravuconería", expresando su desaprobación por la forma de comportamiento de una persona.
¿Qué opinan los psicólogos?
Desde un punto de vista psicológico, la bravuconería es característica de las personas que carecen de confianza en sí mismas y dependen en gran medida de las opiniones de los demás. En esencia, la bravuconería es una compensación por un complejo particular. Una persona que confía en que otros pueden considerarlo cobarde y de voluntad débil comienza a cometer acciones ridículas y peligrosas, por ejemplo, violar el límite de velocidad en la carretera o subir a una gran altura sin un propósito práctico. Tales decisiones suelen ser características de los jóvenes que no comprenden que sus acciones evocan diversos sentimientos en los demás: desde la simpatía condescendiente hasta la preocupación sincera, pero no la admiración y el respeto.
No confunda bravuconería y fanfarroneo, aunque los conceptos son similares. Si la persona que hace alarde solo busca mostrar su coraje, entonces el fanfarrón persigue el objetivo de engañar a sus oponentes.
Sin embargo, las personas de cierto tipo de carácter hacen alarde no porque busquen convencer a los demás de algo, sino por el deseo constante de demostrar su valentía e imprudencia a sí mismos. Muy a menudo, tales rasgos de carácter se forman como resultado de un trauma psicológico, lo que obliga a una persona a relacionarse consigo misma, su salud y su vida sin ningún temor. Estas personas necesitan una fuente constante de adrenalina, descuidan el peligro y el riesgo, solo para experimentar la elevación emocional asociada con una situación extrema. Otros pueden percibir esta forma de actuar como una bravuconería, aunque en realidad estamos hablando más de tendencias suicidas latentes (reprimidas), por lo que en tales casos tiene sentido consultar con un psicoterapeuta.