A una edad temprana, los niños no pueden comunicarse con el mundo a través del habla. Por lo tanto, los bebés buscan transmitir sus necesidades a los demás de otras formas. El llanto y los gestos se convierten en sus principales medios de comunicación. Para ayudar a los padres, los psicólogos infantiles han identificado varias señales características a través de las cuales un niño suele expresar sus intenciones.
"Limpia" el cabello cerca de la oreja
La primera infancia se caracteriza por cambios frecuentes en los períodos de sueño y vigilia. En el momento de la acumulación de fatiga, es importante ayudar al niño a calmarse y quedarse dormido, de lo contrario puede trabajar en exceso, ponerse de mal humor y lloriquear. Quizás algunos padres estén familiarizados con la situación en la que el mareo por movimiento, los abrazos de la madre o la canción de cuna familiar no ayudan al bebé. Los expertos creen que este comportamiento indica una "ventana hacia el sueño" perdida, cuando el proceso de quedarse dormido tiene lugar de manera más suave y natural. ¿Cómo captar este momento en el tiempo y a qué prestar atención?
Una serie de signos no verbales en el comportamiento indican que está listo para dormir. El bebé puede mover su mano cerca de la oreja, como si se quitara el vello invisible. Su mirada fija se detiene en algún objeto durante mucho tiempo, y sus juguetes favoritos no despiertan el interés habitual. Un niño puede pedir una mano, pero al mismo tiempo no quiere tener contacto con un adulto. Todos estos gestos no verbales indican que el bebé está listo para dormir. Para evitar el exceso de trabajo, puede proceder con seguridad a los rituales familiares: cambiarse de ropa, bañarse, alimentarse, mareos.
Llama la atención de un adulto
Durante el período de vigilia, el bebé explora activamente el mundo. Es cierto que no todo el tiempo, mientras está despierto, el niño quiere comunicarse con los adultos, participar en juegos de desarrollo o estudiar juguetes. La preparación para la actividad cognitiva se puede determinar mediante una serie de señales. Por ejemplo, un niño trata de captar la atención de un adulto, mueve activamente sus piernas y brazos y alcanza los juguetes él mismo. En este momento, está completamente listo para interactuar y dominar algo nuevo.
Si el bebé tira los juguetes, evita el contacto visual, se retuerce y se inclina, es hora de que cambie a la vigilia tranquila, que esté solo o simplemente se acueste junto a su madre.
Cruza los brazos frente a él
Vivienne Sabel, psicoterapeuta británica y autora del libro "El método de las flores: una forma revolucionaria de comunicarse con un niño desde el nacimiento", llegó a conclusiones interesantes sobre los métodos de comunicación infantil. Fue criada por una madre sordomuda, por lo que la Dra. Sabel habla con fluidez el lenguaje de señas y desde la primera infancia aprendió las sutilezas de la comunicación no verbal. Más tarde, basándose en su experiencia única, la especialista creó su propio método para comunicarse con los niños pequeños. Probó la teoría en su hija Blossom, por lo que más tarde nombró el trabajo científico en su honor. Según la autora, siguiendo sus consejos, todos podrán comprender las necesidades de su hijo desde los primeros días de vida.
El problema para los padres es que tienden a juzgar mal los gestos de los niños, comparando su comportamiento con el de los adultos. Por ejemplo, cuando un bebé comienza a sentarse, gatear y caminar, su lenguaje de señas se enriquece, pero a menudo otros lo interpretan mal.
Si un niño se cruza de brazos al ver un juguete nuevo, este gesto se suele considerar como una falta de voluntad para jugarlo. Después de todo, los adultos de esta manera suelen aislarse del mundo exterior. Pero en los niños pequeños, este comportamiento es una expresión de inseguridad. Aunque sienten curiosidad, al ver un juguete nuevo pueden sentir indecisión, miedo a explorar algo desconocido. Los padres no deben apresurar al niño ni esconder el juguete de inmediato. En la mayoría de los casos, él mismo reunirá el valor y comenzará a explorarlo.
Mantiene los dedos en la boca
Es común que los niños pequeños se chupen los dedos cuando tienen hambre o se sienten incómodos con la dentición. Si el niño no está preocupado por ninguna de estas razones, envía a sus padres una señal de mayor ansiedad, fatiga. Quizás no tiene suficiente atención, afecto o hay un aumento de la excitabilidad después de mucho tiempo viendo dibujos animados.
Para destetar a un bebé de un mal hábito con suavidad y sin dolor, es importante encontrar la causa de su ansiedad y eliminarla.
Empuja a los padres y huye
Los primeros años de vida de un bebé, son los padres quienes son el centro del universo. No en vano, muchas madres se quejan de que, habiendo apenas aprendido a caminar, los niños les siguen literalmente los talones, sin querer estar solos ni un minuto. Lo más sorprendente para un adulto es la situación en la que el niño de repente comienza a huir y a empujarlo. Este comportamiento generalmente se considera una manifestación de resentimiento, ira, descontento.
La Dra. Vivienne Sabel ve en esto, más bien, una nueva etapa en el desarrollo de la personalidad. El niño parece decir: "¡Quiero hacerlo yo mismo!" Desarrolla confianza en sí mismo y en el mundo que lo rodea y, por lo tanto, llega el momento de la investigación independiente.
Estira los brazos hacia arriba e inclina la cabeza hacia un lado
Por lo general, tales gestos por parte del niño van acompañados de una expresión de resentimiento y descontento en el rostro. Los padres piensan que está molesto por algo y no quiere hacer contacto. De hecho, las palmas abiertas son un signo de confianza y una cabeza inclinada expresa amabilidad. De esta manera, el niño está tratando de decir: "¡No te enojes conmigo, aguantemos!"
Se esconde a la vista de extraños
En los primeros años de vida, los niños rara vez entran en contacto con extraños. Cuando esto sucede, a veces tratan de esconderse, huyendo de la habitación, dándose la vuelta o incluso poniéndose la ropa por la cabeza. Pero no crea que este comportamiento es una manifestación de hostilidad. El niño intenta decir: "¡Deja de mirarme, no lo soy!"
De hecho, solo necesita tiempo para lidiar con la ansiedad al ver a un extraño, y la atención se interpone en su camino. Tan pronto como el bebé se quede solo, se sentirá seguro y la curiosidad natural, tarde o temprano, lo empujará a abandonar su escondite.