Muchas circunstancias externas y otras personas afectan la vida de una persona a diario. Al mismo tiempo, algunos todavía logran tener éxito, mientras que otros van con la corriente, ya que cierto tipo de pensamiento y comportamiento se ha convertido en su hábito.
Pensamiento reactivo
Una persona que piensa de forma reactiva tiende a percibir el mundo que le rodea, las circunstancias y los acontecimientos como una causa y a sí mismo como una consecuencia. No vive, le pasa la vida. Cuando algo no sale bien, se siente víctima, pero no trata particularmente de cambiar la situación, porque no cree que esté en su poder, o simplemente no se le ocurre. En cambio, se adapta a las circunstancias.
A menudo, estas personas tienen baja autoestima. Siempre encontrarán excusas para explicar por qué algo no les funcionó. Los miedos y las inseguridades les impiden asumir responsabilidades. Si alguien le señala a una persona con pensamiento reactivo sobre una solución exitosa a un problema que le ha estado molestando durante mucho tiempo, encontrará un montón de excusas por las que esta solución no le conviene.
La situación se ve agravada por el hecho de que tal comportamiento es realmente beneficioso para la persona. Le permite permanecer dentro de su zona de confort, mientras que la capacidad de cambiar la forma habitual de acción le hace entrar en pánico y temer lo desconocido. En realidad, se siente cómodo con seguir viviendo como siempre lo ha hecho, y la autocompasión y la autosuficiencia ayudan a aliviar la culpa y las preocupaciones por las oportunidades perdidas.
Pensamiento proactivo
Una persona que piensa proactivamente se percibe a sí misma como creador y creador, y la vida como su creación y el resultado de sus esfuerzos. No se inclina a traspasar la responsabilidad a otras personas y circunstancias, a quejarse y a entregarse al sufrimiento. Intenta encontrar una salida a situaciones difíciles de la manera más indolora posible para él mismo. Actúa con eficacia, las acciones activas prevalecen sobre la autoexcavación y se preocupa por los obstáculos.
Incluso si los esfuerzos de una persona con pensamiento proactivo no llevaron al resultado deseado debido a la fuerza de las circunstancias, intenta lograr el objetivo nuevamente, o saca conclusiones, aprende lecciones y comienza a trabajar en nuevos objetivos de acuerdo con el cambio. condiciones. Entiende que incluso si no puede influir en la situación, él mismo elige cómo la trata: sufrir y sentir lástima de sí mismo o concentrarse en algo más útil.
Como regla general, las personas con una mentalidad y un comportamiento proactivos logran mucho más en la vida que las personas con una mentalidad reactiva. A menudo obtienen incluso más de lo que esperaban porque no pierden el tiempo y ven oportunidades.