Muy a menudo, un embarazo tan esperado se acompaña de la aparición de diversos problemas relacionados con la salud de la madre y el feto. Una patología bastante común es la hipoxia fetal.
Por sí mismo, el término "hipoxia" representa una falta de oxígeno. Es decir, la hipoxia fetal es una consecuencia de la falta de oxígeno del niño en el útero. La deficiencia de gas vital conduce a varios cambios que afectan negativamente el desarrollo del feto. Si no se toman las medidas a tiempo, se producen consecuencias irreversibles.
La hipoxia puede ocurrir tanto al comienzo del embarazo como en el momento del parto. El peligro de falta de oxígeno al comienzo del término puede conducir a violaciones graves, ya que en esta etapa se lleva a cabo la colocación y formación de los principales sistemas y órganos del niño. La aparición de patología en una etapa posterior tiene un impacto negativo en el sistema nervioso central y el desarrollo físico. Como resultado, surgen anomalías físicas y mentales, el proceso de adaptación del recién nacido se ralentiza, etc.
Después del nacimiento, dicho bebé tiene una violación del apetito, el sueño, la hipertonicidad de los tejidos musculares, por lo tanto, es necesario un control constante de un especialista en el campo de la neurología.
¿Qué lleva a la aparición de hipoxia? El oxígeno participa en muchos procesos metabólicos y es necesario para el funcionamiento normal del organismo. Cabe señalar que es transportado por hemoglobina, para cuya producción se requiere hierro. Con la deficiencia de hierro o la anemia, la cantidad de oxígeno suministrado se reduce significativamente. Ésta es una de las razones. La segunda razón es el deterioro del metabolismo úteroplacentario, que conduce a una nutrición deficiente del feto. Los factores negativos más comunes son fumar y beber. El humo del tabaco puede penetrar la placenta hasta el embrión y provocar ataques de asma.
Las siguientes enfermedades también pueden provocar el desarrollo de hipoxia fetal:
- enfermedades del sistema cardiovascular;
- deficiencia de hierro;
- enfermedades del tracto respiratorio;
- fuertes choques nerviosos;
- polihidramnios;
- embarazo múltiple;
- patología de la placenta y el cordón umbilical;
- sobrecarga;
- gestosis;
- infecciones intrauterinas;
- Defectos congénitos;
- anomalías del trabajo de parto y otras.
Como regla general, los médicos experimentados están reasegurados y, si existe un posible peligro, ponen a la mujer embarazada bajo un control especial. Si existe una sospecha de hipoxia fetal, se recomienda la hospitalización para un examen completo del cuerpo y garantizar el descanso. En este estado, no puede visitar un baño caliente o una sauna. El tratamiento adicional se puede realizar en casa con visitas regulares a la clínica. En ausencia de dinámicas positivas en el tercer trimestre, es recomendable realizar una cesárea, lo que aumenta las posibilidades de tener un bebé normal.
Tal decisión se toma por un período de al menos 28 semanas, ya que en este momento el cuerpo del bebé está completamente formado.
Para prevenir la aparición de hipoxia, una mujer debe llevar un estilo de vida saludable antes de planificar el embarazo, mientras está embarazada y durante la lactancia. Un requisito previo es dejar de fumar y de consumir alcohol. También son útiles las caminatas regulares al aire libre, el buen descanso, la nutrición equilibrada, que enriquece el cuerpo con vitaminas y microelementos útiles.