Aunque un niño nace con ciertos rasgos de personalidad e inclinaciones intelectuales, básicamente la formación de su carácter se da en la familia y depende directamente del estilo parental elegido por los padres.
Los psicólogos distinguen entre 4 estilos principales de crianza.
El estilo autoritario se caracteriza por exigencias categóricas e intransigencia hasta en el más mínimo detalle. Se requiere del niño obediencia incondicional. No se tienen en cuenta sus propios deseos e intereses. Casi nunca se elogia al niño, sino que se lo regaña constantemente.
Dependiendo de las inclinaciones naturales, los niños reaccionan ante tal dictadura de diferentes maneras: si un niño tiene un carácter fuerte por naturaleza, comienza a rebelarse desde una edad temprana, lo que se manifiesta en constantes caprichos. En la adolescencia, estos niños se vuelven agresivos, groseros. Un niño con un carácter amable se cierra sobre sí mismo, trata de prestarse la menor atención posible a sí mismo, se convierte en una personalidad gris de voluntad débil.
El estilo liberal es exactamente lo opuesto al autoritario. Aquí el niño es el centro del universo alrededor del cual gira toda la vida familiar. Todos sus caprichos se cumplen de inmediato. Los niños criados de esta manera son desobedientes, agresivos, no están adaptados a la vida. No pueden llevarse bien en un equipo de niños, son una carga para los estrictos requisitos escolares y la disciplina. Como regla general, esto afecta negativamente el aprendizaje: incluso si un niño pudo leer y escribir mucho antes de la escuela, tiene malas calificaciones, la razón principal por la cual es una sensación constante de incomodidad.
El estilo indiferente es, de hecho, la ausencia de educación. Los adultos no cuidan en absoluto al niño, reduciendo sus funciones solo a la satisfacción de sus necesidades fisiológicas. Desde temprana edad, un niño se ve obligado a resolver sus propios problemas y buscar respuestas a sus propias preguntas. Un niño así recibe a menudo el amor y la atención de los padres en términos monetarios. En tal relación, no hay conexión emocional entre los padres y el niño, el niño se siente solo, crece, se vuelve desconfiado y sospechoso.
El estilo democrático se considera el más aceptable. Los padres fomentan la independencia del niño, respetan su opinión, pero, al mismo tiempo, exigen el cumplimiento de ciertas reglas. Las relaciones se basan en la colaboración. Los adultos y los niños están unidos por metas y objetivos comunes. El niño, lo mejor que puede, resuelve los problemas que surgen, pero sabe que siempre hay personas cerca que lo quieren y acudirán en su ayuda.