La preparación de un niño para la escuela no está determinada tanto por la capacidad de contar y escribir, sino por su desarrollo psicológico y su disposición para asumir un nuevo rol social: el estudiante.
La preparación de un niño para la escuela se puede dividir en varios aspectos. El componente intelectual no se limita a los conocimientos básicos de contar, escribir y leer. Incluso puedes decir que esto no es lo principal. Pero ahora se les pide a los maestros que vengan a la escuela preparados, olvidando que el nivel de inteligencia no está determinado por la capacidad de mostrar su nombre y apellido. Se trata de la disposición general del niño para aprender, lo que significa la capacidad de memorizar, reflexionar, comparar, analizar información y sacar conclusiones.
Evalúe las habilidades sociales del niño. ¿Se lleva bien con sus compañeros, le teme a los adultos desconocidos, participa en eventos masivos? Sea especialmente consciente de cómo se comporta su hijo en público. Todo esto le permitirá determinar si el niño está listo para entablar relaciones con sus compañeros y, lo más importante, cómo lo percibirá el maestro.
Si tiene la opción de enviar a su hijo a la escuela a los seis años y medio o siete años y medio, preste atención a los siguientes puntos. El grado de fatiga del niño: a qué hora es el pico de vigilia, si es fácil que el niño se levante temprano, cuántos minutos puede dedicar como máximo a una tarea relacionada con la perseverancia y el trabajo monótono.
Observe la preparación psicológica de su hijo para la escuela. ¿Su hijo es capaz de evaluar adecuadamente su desempeño, logros y fracasos? ¿Es fácil para él perder? ¿Cómo percibe las críticas en su discurso? ¿Tiene los ingredientes de un líder o viceversa? ¿Está callado? Idealmente, el niño debería percibir las calificaciones como una recompensa más que como un indicador de su desempeño.