Un hombre que ama a su mujer, por regla general, hace regalos él mismo, que tanto deleitan el orgullo y el corazón de su amada. Pero hay que ser justo: los hombres suelen presentar obsequios completamente estúpidos. Un juego de destornilladores, palitos chinos o huevos de avestruz. Simplemente no saben qué regalarnos a las mujeres. Por tanto, tu tarea es dar una propina.
Instrucciones
Paso 1
Lo mejor es ponerse inicialmente en el papel de una mujer mantenida. Estas mujeres son muy calculadoras, seguras de sí mismas y saben que su amor debe ganarse. A los hombres, por extraño que parezca, les gusta este tipo, porque les hace estar en buena forma todo el tiempo. No tienen tiempo para relajarse, porque si él no gana dinero, no podrá darle regalos caros a su dama. Y luego irá a otro. Por lo tanto, esas mujeres obtienen rápidamente un abrigo de piel y un automóvil, y todo lo que ella quiere.
Paso 2
Muchos hombres dan regalos cuando se sienten culpables. Un movimiento muy meditado. Lo principal es comenzar a desarrollar este sentimiento en un hombre lo antes posible. También aquí hay que tener mucho cuidado y no ir demasiado lejos. Una mujer eternamente ofendida es un placer de una desagradable.
Paso 3
Como opción, dile a un hombre todo el tiempo: "No puedes poner gracias en tu bolsillo", "No puedes poner gracias en el pan". ¿Te imaginas cómo va a aullar después de tu próximo "no gracias …"? Aquí las probabilidades son cincuenta por ciento. O te traerá este tan esperado agradecimiento en forma decorada, preferiblemente con un llavero, o no.
Paso 4
No tienes que ser crédulo. Aférrate a todas las promesas que hace. Una vez que prometió comprarte un anillo o un perfume elegante, déjalo comprarlo. Llámalo al trabajo y recuérdale esto: “Cariño, me prometiste comprar un anillo. Hay una joyería al lado de su trabajo. ¿Nos encontraremos cerca de él a las 18:00? Prácticamente no hay posibilidades de salir.
Paso 5
Una de las formas más efectivas de conseguir algo es llorar. Por alguna razón, la mayoría de la población masculina teme a las lágrimas femeninas. Y esto a pesar de que podemos llorar por las nimiedades más pequeñas. Pero en este mismo miedo descansa nuestra fuerza. Lo principal es usar esta acción con poca frecuencia, de lo contrario, un hombre puede acostumbrarse y luego no se logrará nada.