Contrariamente a la opinión generalizada, los perfeccionistas no nacen, crecen. Este fenómeno tiene su origen en la infancia de una persona, específicamente en aquellos momentos en los que los padres muestran e indican al niño cómo y qué se debe hacer, en base a su experiencia y conocimiento. Debido a la falta de elección independiente, el niño experimenta incomodidad, lo que afecta su temperamento y carácter futuro.
Un ejemplo común de perfeccionismo son los niños ricos, los niños de familias adineradas. La abrumadora mayoría de estos niños reciben ayuda económica, mientras que el apoyo espiritual y moral pasa a un segundo plano. En estas familias, los padres juegan un papel muy importante en la vida de los niños, predeterminando cada paso y cada movimiento del niño.
Un fenómeno estándar es que un niño debe tener calificaciones de al menos "excelente", la graduación de la escuela debe ir acompañada del recibo indispensable de una medalla de oro y una universidad: un diploma rojo. Una parte integral del aprendizaje es el desarrollo de varios idiomas extranjeros y posiciones de liderazgo siempre que sea posible.
Lo contrario es cierto para las familias donde los padres pasan la mayor parte del tiempo en el trabajo, lejos de sus hijos. Hacen esto para que los niños estén educados, bien alimentados y vestidos prolijamente. Para lograrlo, es necesario tener dinero que ganen día y noche. Los niños de estas familias carecen por completo de cuidados y atención, porque los padres cansados a menudo solo quieren relajarse y no se preocupan por los niños aburridos.
El resultado de tales situaciones es la depresión, varios tipos de adicción, todo tipo de estrés. Las investigaciones muestran, entre otras cosas, que el perfeccionismo es más inherente al niño mayor de la familia.