Todo el mundo tuvo que afrontar la crisis de la adolescencia. El período de crecimiento se acompaña no solo de cambios hormonales, sino también de varios cambios psicológicos: cambios de humor rápidos, aumento de la irritabilidad, agresividad y, a veces, asocialidad. Para superar los problemas de la adolescencia, es necesario comprenderlos.
A la edad de 11 años en las niñas y 12 en los niños, comienza una rápida reestructuración del cuerpo. Coincide con la adolescencia y se acompaña de diversos problemas. Esto se debe a la gran brecha entre la maduración social, intelectual y biológica del individuo. Tiene entre 6 y 10 años.
El adolescente está constantemente tratando de darse cuenta de sí mismo como persona y encontrar un equilibrio entre confianza-incertidumbre, madurez-inmadurez, integridad e inferioridad. El logro del objetivo principal del adolescente, la adquisición de autonomía personal, suele ir acompañado de rebeliones juveniles. Y la tarea de los adultos es comprender a un adolescente y ayudarlo a convertirse en una persona independiente, superando este difícil período de su vida con la menor dificultad.
A medida que un adolescente crece, se vuelve impredecible. Un rápido cambio de humor, acompañado de acciones extrañas (desde el punto de vista de un adulto), hiperpenitencia, en las que un adolescente con una perseverancia maníaca intenta triunfar en la zona donde está más débil. Con todos estos síntomas, un adulto debería tener una charla sincera con un adolescente y explicarle que todo el mundo pasa por esto. Es necesario comprender la situación juntos, decidir qué resultados quiere lograr el adolescente y qué medios pueden llevar a la meta y cuáles no.
Esta edad incluye la aparición de ídolos en adolescentes, las acciones y el comportamiento que los adolescentes están tratando de seguir. Con gran atención es necesario tratar a los ídolos adolescentes. Entre ellos puede haber quienes portan ideas antisociales, predican la autodestrucción y el culto a la muerte. Es posible que el adolescente simplemente esté siguiendo la moda juvenil, sin pensar en lo que está pasando. La tarea del adulto en este caso no es prohibir y culpar, sino comprender al niño y ayudarlo. Los adultos requieren mucho tacto y participación en la resolución conjunta de problemas.
En casos extremos, si un niño se vuelve antisocial y peligroso para los demás, debe comunicarse con especialistas que le brindarán asistencia calificada.