¿Debería Enseñarle A Nadar A Mi Hijo?

¿Debería Enseñarle A Nadar A Mi Hijo?
¿Debería Enseñarle A Nadar A Mi Hijo?
Anonim

Comienza el verano, hay un emocionante viaje al mar por delante, y muchos padres están interesados en la cuestión de cuándo es posible enseñar a nadar a un niño y si vale la pena hacerlo.

¿Debería enseñarle a nadar a mi hijo?
¿Debería enseñarle a nadar a mi hijo?

Según entrenadores experimentados, es posible enseñar a los niños a nadar no antes de los 4 a 6 años, e incluso entonces, solo si sabes bien cómo hacerlo. Para los niños pequeños, basta con jugar en el agua con una variedad de dispositivos de apoyo inflables. Lo más importante es que el agua evoca solo emociones positivas en el niño. Un intento inepto de enseñar a nadar puede llevar al hecho de que el bebé se asustará y, posteriormente, será imposible enseñarle a nadar.

Si tu hijo ya tiene 4 años, y salpica con placer en el agua, trata de enseñarle a acostarse boca arriba, preséntale las propiedades del agua. Si vas a enseñarle más a nadar, entonces ya debes olvidarte de los anillos inflables. El hecho es que el círculo mantiene al niño en posición vertical y es necesaria una posición horizontal para nadar. Las mangas, un cinturón inflable o un collar, es decir, cualquier medio que permita al niño recostarse libremente sobre el agua, se convertirán en un buen sustituto del círculo.

La edad de seis o siete años es la más propicia para el aprendizaje. El niño ya puede escuchar atentamente al entrenador y hacer todo lo que dice. A esta edad también aparece la llamada “sensación de agua”, sin la cual es imposible un entrenamiento serio en natación.

Si va a enviar a su bebé a una escuela de deportes, piense detenidamente si vale la pena hacerlo: es posible que la natación profesional no afecte la salud del niño de la mejor manera, causando una serie de enfermedades graves. Pero un simple baño en la piscina o en el mar, sin la búsqueda de ningún resultado, solo traerá beneficios.

Si el niño tiene miedo, no lo fuerce, en ningún caso, vaya al agua, no lo arrastre a la fuerza, no lo arroje al estanque. Después de tales acciones, el niño tendrá aún más miedo al agua y perderá la confianza en usted. No se ría del bebé y no lo compare con otros niños, no discuta con el niño su “cobardía” con nadie más.

Vaya al agua usted mismo, demuéstrele a su bebé lo contento que está, juegue con él en los bajíos: gradualmente comprenderá que no hay nada de malo en el agua. Sea paciente y no intente acelerar las cosas: el niño definitivamente superará su miedo.

A veces, como resultado de acciones ineptas, el miedo de los niños se convierte en fobia. En este caso, no intente resolver el problema usted mismo: necesita el asesoramiento de un experto.

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