El matrimonio es una decisión consciente, el deseo de dos personas de recorrer el camino de la vida de la mano en el dolor y la alegría. Pero la vida trae lo suyo, solo ella lo entiende, ajustes. Esperanzas injustificadas, traición y traición, chismes de familiares: hay muchas razones para el divorcio.
Primer año de crisis matrimonial
Probablemente una de las etapas más difíciles en la vida de una pareja de recién casados es el primer año de convivencia. De hecho, todo el mundo compra un cerdo de un tirón. Este es el período de molienda cuando los jóvenes llegan a conocerse lo más cerca posible. Las diferencias en puntos de vista, hábitos, orientaciones de valores se encuentran y flotan. En este momento, hay un deseo de cambiar, corregir a su pareja, imponer su actitud.
Por regla general, esta crisis no se puede evitar. Todas las parejas casadas lo atraviesan. Es una especie de prueba de la fuerza del deseo de los cónyuges de crear una nueva unidad de sociedad.
Este es el período más peligroso, está plagado de conflictos internos. Cada uno de los socios ya está formado como persona, pero para la comodidad mutua es necesario hacer compromisos, cambiar y adaptarse por el bien de la familia.
Crisis de tres años
A lo largo de los años que han vivido juntos, se han desarrollado relaciones familiares bastante estables. Es después de una larga estancia codo con codo cuando la gente empieza a cansarse unos de otros: el sexo ya no trae el placer anterior, los días de semana y las vacaciones se vuelven monótonos y cíclicos.
Aprende a equilibrar: es importante negociar y encontrar un compromiso con tu pareja, entender lo que ambos quieren de la convivencia y empezar a realizar tus deseos, independientemente de las dificultades que surjan.
Crisis social de siete años
Por supuesto, siete años es una cifra condicional. La crisis puede ocurrir mucho más tarde.
Su esencia radica en la separación de los cónyuges entre sí. Como regla general, en ese momento ya aparecen los niños, ambos socios se han desarrollado socialmente: prácticamente todas las tareas se han logrado y realizado tanto en la vida familiar como en la esfera de la autorrealización. O las cosas han salido mal, sin estar a la altura de las expectativas que se alimentaron en el alma en las primeras etapas del matrimonio.
Las relaciones se paralizan. Esta es una nueva ronda en el torbellino de la monotonía y la monotonía.
La crisis de los veinte años o el síndrome del nido vacío
Entonces, los niños han crecido, tienen su propia vida, ya no necesitan que los cuiden, es decir. se pierde el sentido de los últimos años de vida.
Es en este momento que las mujeres son cada vez más jóvenes, los hombres tienen intrigas y romances con jóvenes amantes.
Los intereses comunes terminan, cada uno vive su propia vida, tratando de llenar el vacío resultante. Es difícil volver a vivir juntos, prestando atención solo el uno al otro, sin distraerse con factores externos. En esta etapa, debe pasar el mayor tiempo posible con su cónyuge, sin excluir varios pasatiempos, tareas domésticas y problemas en el trabajo.