La lujuria es un deseo muy anhelante. Suelen referirse al deseo sexual, la sed de posesión de otra persona, pero también se pueden desear otras cosas, por ejemplo, se puede desear una meta cuando una persona anticipa y espera su logro, anticipando la alegría.
El peligro de la lujuria
La lujuria es un deseo tan fuerte que una persona deja de pensar con lógica y pierde la capacidad de razonar razonablemente. Es como si una cierta fuerza se apoderara de él, que lo atraía a realizar determinadas acciones, de las que él mismo puede más tarde arrepentirse. Sucede que una persona que codicia algo se da cuenta de que se está moviendo hacia el borde del abismo, pero no puede arreglárselas consigo mismo: la lujuria es más fuerte que él.
El estado lo captura tanto que no puede tomar en cuenta otras cosas. El sistema de valores se reduce a una sola cosa: "Lo quiero", y conceptos motivacionales como "necesidad", "necesario" y "correcto" son simplemente descartados por la conciencia. La lujuria es más fuerte que los argumentos de la razón y las actitudes morales. Estos últimos parecen apagados por una persona cautivada por la pasión.
Manifestación de lujuria
La lujuria se manifiesta principalmente en el área de los sentidos. Puedes comparar este proceso con un imán. Hay un imán y un objeto metálico. Un imán atrae un objeto y ambos son incapaces de resistir, porque esta es la física de estas sustancias. La lujuria también "funciona" cuando se trata de personas. Esta es una sensación animal natural.
Hay otra forma de lujuria: cuando una persona se atribuye a sí misma poder sobre el objeto de deseo, construyendo fantasías en su cabeza a su costa. Esto sucede si los sentimientos han logrado dominar la mente. A una persona le gusta el objeto del deseo, le gusta el placer que recibe. Posteriormente, el proceso en sí adquiere un aspecto adicional: no solo recibir placer, sino también planes para recibir placer.
Una persona comienza a pensar que el objeto del deseo le pertenece de alguna manera, que recibir placer del proceso es su derecho natural. Cuando (y si) esta ilusión se derrumba, las consecuencias son a veces muy tristes e incluso trágicas.
El hecho es que una persona cautivada por los sentimientos es como un niño. El objeto de la lujuria le parece tan necesario como un juguete a un bebé, y es imposible para ambos explicar nada. Quítele la diversión al niño, y él llorará, se ofenderá e incluso se pondrá histérico si el juguete es especialmente lindo. Lo mismo sucede con los adultos, solo que se manifiesta de una forma más peligrosa.
Que hacer con la lujuria
Derrotar la lujuria no es una tarea fácil. Pero permitirse que se apodere de su conciencia es realmente peligroso. No en vano, la lujuria se considera pecaminosa en todas las religiones.
Para afrontarlo, es útil darse cuenta de que no todo el mundo es la persona más importante del mundo. No hay deseos que deban cumplirse a pesar de los sentimientos de los demás. Es importante entender, no importa lo que concierna a la lujuria: poder, otra persona, dinero u otra cosa.