Las razones de la adopción son superficiales. Y suelen estar asociados a determinadas circunstancias objetivas. Pero la motivación para la adopción está lejos de ser sencilla.
A primera vista, los motivos de la adopción, si no son de marcado carácter antisocial, no son tan importantes. En cualquier caso, nuestro estado cree que sí. Y eso tiene su propia verdad casera: el destino de un niño que ha caído en el sistema es difícil de estropear más de lo que ya lo ha hecho. Pero la existencia futura de la nueva familia, la interacción de los padres adoptivos y el bebé, está determinada en gran medida por los motivos originales de los padres adoptivos.
Por extraño que parezca, la publicidad social recientemente popular para huérfanos es más dañina que útil. Un dato interesante es que luego de la introducción activa de este tipo de videos en los medios, el número de adopciones no aumentó mucho. Pero el número de cancelaciones de adopciones ha crecido. Porque una decisión impulsiva de adoptar un niño no puede formar la base de una familia próspera. Este es un juego de "salvavidas". Y el rescate es una acción de una sola vez. Si bien la familia es una forma de vida.
Estrechamente conectado con este motivo está el deseo de "ganar el aplauso", de lograr una determinada "hazaña", de recibir elogios, de demostrar la alta moralidad de uno. Y aquí hay que tener en cuenta que no todo el mundo valora la adopción como un acto positivo. Y que el niño permanecerá en la familia para siempre. Una "hazaña" de por vida es una tarea imposible.
El motivo de “volverse como todos los demás”, dictado por el sentimiento de inferioridad de los padres sin hijos, es igualmente destructivo. El problema de tales familias está en las expectativas ya formadas, que los niños "del sistema" rara vez cumplen. Honestamente, y no "fuera del sistema", rara vez.
La situación con el "hijo de reemplazo" es especialmente difícil. La incapacidad de afrontar la pérdida empuja al padre a "exprimir" al niño adoptado en la imagen idealizada del ser querido perdido. Y así sucesivamente hasta que el padre rechaza al niño o deforma la personalidad en desarrollo.
Uno de los motivos más novedosos son los bienes materiales. Y, quizás, sea más honesto que los ya comentados. Aunque para un niño ya traumatizado, tratarlo como un medio para obtener valores materiales tampoco será beneficioso.
Entonces, resulta que el único motivo adecuado para la adopción que le permitirá superar todas las dificultades de adaptación que se avecinan es un deseo irresistible y sincero de compartir el amor.
En realidad, todo es mucho más complicado. Como regla general, la acción se basa en varias razones. Pero aún así, la razón principal y determinante para la adopción debería ser el amor.