Los niños ideales son raros. Y ellos, al conocerse más de cerca, a veces muestran rasgos de carácter negativos. Por tanto, es una gran exageración percibir los caprichos como un desastre familiar.
Un gran error de educación es entregarse a los caprichos. Son mucho más fáciles de soportar que todos los posteriores. Si el bebé es desobediente y, cuando se le pide algo, se comporta casi de manera inadecuada, esto significa que los padres una vez sin saberlo alentaron tal comportamiento.
Cómo reeducar a un niño malhumorado
La mejor manera de eliminar el comportamiento no deseado es mostrarle a su hijo que todos sus caprichos son tonterías infantiles y mimos inapropiados. La solución ideal es ignorar. Si surge una situación de conflicto, debe:
- Manteniendo la calma
- No discutas con tu bebé
- Para probar nada
- Exteriormente ser indiferente a las payasadas
- No grites, no golpees al niño
Durante las rabietas y los caprichos, es imposible demostrarle algo a un niño. Es mejor quedarse callado y limitarse a un raro "no". Y cuando se calme, es hora de comenzar las negociaciones en casa. No debe haber gritos ni groserías por parte de los padres. Basta con contarle al niño sobre los sentimientos experimentados: cómo se enojó, cómo quieres que se comporte de manera más madura y no repita tales trucos.
¿Cuáles son los beneficios de un enfoque tan simple?
Cuando suceden los caprichos por primera vez, es probable que las cosas terminen bastante rápido. Los niños aprenden estas lecciones y ya no tratan de manipular a los adultos, sin embargo, a veces los intentos pueden repetirse, especialmente adoptando la experiencia de sus compañeros que vencieron a sus padres con rabietas. Pero pronto el niño dejará de comportarse de esta manera. Sabrá que ese número no funcionará en su familia.