Vivir con una persona que no deja de preocuparse por su salud sin ningún motivo no es fácil. El hipocondríaco se queja constantemente de enfermedades imaginarias y desde el más mínimo malestar puede inflar una enfermedad fatal. Sin embargo, con el manejo adecuado de este compañero vulnerable, se pueden minimizar los inconvenientes asociados con vivir junto a un hipocondríaco.
Diagnóstico: hipocondríaco
Un hipocondríaco real piensa constantemente en enfermedades incurables y sospecha muchas de ellas en sí mismo, y es completamente infundado. Le encanta diagnosticarse a sí mismo, por lo que le encanta estudiar enciclopedias y libros de referencia médica, así como sentarse en sitios relevantes. Y en todas partes encuentra la confirmación de sus sospechas más terribles, porque manifiesta de inmediato los síntomas descritos.
La hipocondría puede tener varias causas. Alguien es demasiado sospechoso y sensible, de otros en la infancia, los padres soplaron partículas de polvo, demasiado preocupados por la salud de su bebé, el tercero comenzó a temer enfermedades graves después de haber sufrido una o más de ellas. El resultado es el mismo: lo que otras personas no prestan especial atención puede causar pánico real en un hipocondríaco.
Llevarse bien con un hipocondríaco
Si vive con un hipocondríaco, en primer lugar, considere las peculiaridades de su naturaleza. Esté preparado para el hecho de que no solo se quejará de su salud, sino que incluso manipulará algo con la ayuda de sus dolencias o enfermedades. Pero tómate tu tiempo para escribirlo como un hipócrita.
El hipocondríaco necesita su cuidado y atención. Puede que sea egoísta, pero no un engañador. A veces, sus palabras y acciones son inconscientes y él puede sentir físicamente el dolor artificial. Trate de comprender lo difícil que es para él.
No intente convencerlo de que no está enfermo con argumentos lógicos, no ayudará.
No se ría del hipocondríaco ni lo acuse de fingir. Esto puede provocar un resentimiento grave e incluso una ruptura en la relación. Trate de comprender su ansiedad. Es importante que una persona tan desconfiada sepa que se le toma en serio, que se respeta su opinión y que sus problemas tienen derecho a la vida. Sentirse solo solo empeorará su condición.
Ofrezca atención para ayudar. Escuche sus quejas. Luego pregúntele si le dijo todo, si tiene alguna suposición sobre un posible diagnóstico, haga preguntas aclaratorias. No lo interrumpas ni discutas con él. Cuando el “paciente” se haya expresado completamente, trate de calmarlo.
Si el hipocondríaco está satisfecho con su conversación y no va a correr al médico, trate de distraerlo de los pensamientos perturbadores. Cambie de tema, ofrézcase a ver una película o invítelo a un café.
Encuentra el equilibrio con tu hipocondríaco. Es importante que prestes atención de manera estrictamente medida, de lo contrario las demandas del paciente imaginario crecerán exponencialmente. Recuerda que tienes tu propia vida, en la que hay un lugar para el sol y las sonrisas.
No debes estar triste con un hipocondríaco.
Recuerde que a veces es necesario llevar el hipocondríaco al médico. Después de todo, no todas sus sospechas y premoniciones pueden ser infundadas. Si está acostumbrado a quejarse todo el tiempo, puede pasar por alto los síntomas graves de una enfermedad incipiente.