El amor y el afecto a veces existen y se complementan. Esto significa que las relaciones entre las personas son hermosas y armoniosas. Enriqueciéndose mutuamente, estos dos sentimientos pueden proporcionar una unión duradera. Es otra cuestión si el apego reemplaza al amor, y es completamente triste cuando se convierte en un hábito.
La unión del amor y el cariño
El amor puede brindar a las personas una gran felicidad, brindar armonía y unidad absoluta entre sí, y puede convertirse en sufrimiento y dolor. Es maravilloso cuando este sentimiento es mutuo, entonces literalmente inspira a la gente. Es cierto que a veces confunden el amor verdadero con un amor breve y fugaz o con una pasión tormentosa pero pasajera. El amor verdadero es un sentimiento profundo y maduro que te hace mirarte a ti mismo y al mundo que te rodea de una manera nueva.
Es el amor lo que da origen al afecto, porque una persona que ama no puede dejar de experimentarlo en relación con el objeto de su amor. Echa de menos la separación y no puede imaginar la vida sin su alma gemela. Si el amor y el afecto existen en una unidad armoniosa, contribuyen a la creación de una unión larga y maravillosa de dos corazones amorosos.
Hábito o apego como sustituto del amor
Ocurre que, a los pocos años de conocerse o de casarse, el amor se va, dejando lugar sólo al hábito o al cariño. El apego puede incluso dar la ilusión de amor por un tiempo. Las personas que lo experimentan todavía se necesitan mutuamente, les complace estar cerca, la presencia de un ser querido en su vida les brinda una sensación de armonía y seguridad. Al mismo tiempo, en una relación ya no existe la antigua pasión imprudente, la inmensa admiración por un ser querido. Ella no transmite esas emociones vívidas que solo el amor puede dar vida.
Si una persona comienza a notar en su pareja los defectos que le molestan, entonces está experimentando solo apego o hábito, pero no amor. El apego y el hábito a menudo se identifican entre sí, pero estos son, quizás, sentimientos diferentes. Si el apego aún presupone algún tipo de calidez, ternura y ganas de cuidar a un ser querido, entonces el hábito sólo puede reducirse a la convivencia, acompañado de un mutuo aburrimiento y falta de voluntad para cambiar algo por miedo a perder un cierto confort.
La forma más fácil de distinguir el amor del hábito o el apego es estar separados por un tiempo. Las personas que aman sufrirán en la separación, lucharán el uno por el otro, y cuanto más dure, más fuerte será el deseo de ver a un ser querido. Si la relación se basó en el hábito o el apego, gradualmente comenzarán a experimentar un enfriamiento mutuo y el deseo de verse desaparecerá rápidamente.