El síndrome acetonémico en niños es un proceso complejo de síntomas peligrosos causado por trastornos metabólicos y la acumulación de cuerpos cetónicos en la sangre. Su diagnóstico y tratamiento oportunos reduce el riesgo de desarrollar efectos adversos.
¿Qué es el síndrome de acetona?
Como regla general, esta condición patológica ocurre en niños con diátesis neuro-artrica, un trastorno determinado genéticamente del metabolismo del ácido úrico y las bases purínicas. Contribuye al desarrollo de graves violaciones de las funciones de los órganos internos del niño.
El síndrome acetonémico se manifiesta por crisis: olor a acetona de la boca, intoxicación, vómitos repetidos con olor a acetona, diarrea o retención de heces, dolor abdominal espástico, deshidratación, temperatura corporal subfebril. En casos graves, suelen aparecer síntomas meníngeos y convulsiones. Los ataques del síndrome acetonémico comienzan a aparecer a la edad de 2-3 años y desaparecen a los 12-13 años.
Las razones del desarrollo de la patología
En la mayoría de los casos, el síndrome de acetona es causado por una deficiencia absoluta o relativa de carbohidratos en la dieta del niño, así como por el predominio de ácidos grasos y aminoácidos cetogénicos en la misma. El desarrollo de la patología se ve facilitado por la falta de enzimas hepáticas y una violación del proceso de excreción de cuerpos cetónicos. El desequilibrio metabólico tiene un efecto tóxico sobre el sistema nervioso y el tracto gastrointestinal.
Los factores que provocan el síndrome de acetona pueden ser diversas infecciones, intoxicación, estrés, desnutrición y dolor intenso. El desarrollo de esta patología en los recién nacidos se debe a una nefropatía (toxicosis tardía) de la madre durante el embarazo.
Tratamiento del síndrome de acetona
Con las crisis de acetona, está indicada la estancia del niño en el hospital. Se somete a una corrección dietética, que incluye la ingesta de carbohidratos de fácil digestión, restricción de grasas y una abundante bebida fraccionada de agua mineral alcalina y soluciones combinadas ("Regidron", "Tsitorglucosolan"). Además, se prescriben enemas de limpieza con solución de soda, que neutralizan los cuerpos cetónicos en los intestinos. Con deshidratación severa, se realiza un goteo intravenoso de soluciones salinas y glucosa. La terapia sintomática implica el uso de fármacos antieméticos, antiespasmódicos y sedantes. Con un tratamiento adecuado, los síntomas de la crisis desaparecen después de 2-5 días.
En los períodos interictales, el niño es observado por un pediatra. Se le recomienda nutrición láctea y vegetal, endurecimiento, prevención de enfermedades infecciosas y estrés psicoemocional. Además, se prescriben cursos preventivos de hepatoprotectores, enzimas, sedantes y multivitamínicos.