Es un misterio por qué elegimos al único de entre una multitud de socios potenciales. Los científicos tienen varias explicaciones de por qué sucede esto.
Durante los últimos milenios, la naturaleza de la elección de socios no ha cambiado mucho. Las mujeres todavía se guían por la condición social de los hombres y los hombres, a su vez, por el atractivo físico y la juventud de las mujeres.
Pero, por otro lado, muchos científicos creen que en la actualidad son los prerrequisitos sociales, y no biológicos, los que juegan un papel decisivo en la formación de una pareja. Es cierto que las mujeres, en primer lugar, prestan atención al estatus que desempeña un hombre en la sociedad, pero solo mientras no se fomenten las cualidades comerciales de una mujer. Tan pronto como esto sucede, las mujeres también miran el atractivo físico, la juventud y las cualidades personales.
En la sociedad moderna, ambos socios trabajan para formar un presupuesto común. La capacidad de cocinar y lavar bien ya no juega un papel decisivo, como en el siglo pasado. Este ejemplo demuestra claramente cómo las normas culturales en la sociedad están cambiando y cómo afectan lo que consideramos atractivo o no atractivo.
Uno de los factores que influye en el surgimiento de la simpatía mutua es la capacidad de verse constantemente. Por supuesto, todos conocemos casos en los que tal cercanía provocó conflictos y disputas, pero esto es más bien una excepción a la regla. Es el contacto constante el motivo de tales romances frecuentes en el trabajo o durante la escuela. La comunicación constante fluye primero hacia la amistad y luego, a menudo, hacia las relaciones románticas.
El atractivo físico también juega un papel importante. Cada persona tiene sus propios conceptos de belleza, que en parte están dictados por los estándares que prevalecen en la sociedad. Pero aún así, las preferencias especiales para un tipo u otro se dan a nivel subconsciente. Si nos gusta una persona, nos esforzamos por conocerla mejor y así completar el retrato para entender cuánto se parece a nuestro ideal.
Las cualidades personales se aprecian especialmente en una pareja. La capacidad de escucha, la amabilidad, la atención son a menudo argumentos decisivos a la hora de evaluar "me gusta o no".
Y, finalmente, evaluamos positivamente rasgos similares de carácter o apariencia. Nos atraen aquellos que son como nosotros. A menudo es más fácil comunicarse con una persona así, parece que habla el mismo idioma que nosotros. Además, de esta manera estamos cometiendo una transferencia psicológica. Pensamos: "Esta persona es hermosa, es muy similar a mí. Así que yo también soy hermosa". ¿Quién no quiere ser hermoso?