La autoestima influye en gran medida en cómo resultará la vida de una persona. Puede subestimarse, sobreestimarse y ser adecuado, dependiendo de cómo una persona se perciba a sí misma.
La autoestima de una persona refleja su actitud hacia sí misma. Muestra cómo se ve a sí mismo, cuánto cree en su propia fuerza y si confía en sí mismo. La autoestima se forma teniendo en cuenta las expectativas del individuo. Por su nivel, se puede juzgar si una persona cree que es digna de mucho o no cuenta prácticamente con nada en la vida.
Baja autoestima
La baja autoestima puede evitar que una persona alcance alturas en la vida. Una persona así se limita a las metas y los deseos, duda de sus propias fortalezas y generalmente se distingue por el pesimismo y la indecisión.
Las personas con baja autoestima no aprecian sus logros. Tienden a poner la opinión de otra persona por encima de la suya. Estas personas se caracterizan por una modestia excesiva, tal vez incluso por timidez.
Una persona que duda de sí misma puede experimentar una ansiedad constante sobre su propio futuro. En este caso, la inseguridad se manifiesta tanto en el trabajo como en las relaciones. Por ejemplo, sucede que en el servicio un individuo no se atreve a buscar un ascenso y espera constantemente una captura de sus superiores. En su vida personal, tal persona puede ser consumida por los celos y la sospecha.
Incluso si tiene éxito, una persona cuya autoestima está muy subestimada explica sus victorias por una afortunada coincidencia. Cuando felicita a una persona así, no escuchará gratitud, sino excusa.
Aumento de la autoestima
Una persona cuya autoestima se sobreestima exagera su propia importancia. Es difícil trabajar con un individuo así en un equipo, porque aumenta su contribución a la causa común a un tamaño enorme. Tiende a subestimar el trabajo de otros miembros del equipo.
Sucede que un individuo con una autoestima sobreestimada sobreestima sus capacidades y asume una tarea imposible. En caso de falla, no analiza su comportamiento, sino que todo lo atribuye a las circunstancias.
Una persona así responde de manera inadecuada a las críticas, incluso constructivas. No reconoce las opiniones de otras personas y no le gusta que alguien le dé un consejo.
Autoestima adecuada
Una persona que se valora a sí misma según su dignidad y se percibe objetivamente a sí misma es capaz de vivir en armonía consigo misma y con el mundo y al mismo tiempo lograr mucho. Un individuo así no se hace ilusiones sobre su poder, pero tampoco subestima sus capacidades.
Este acercamiento a ti mismo es el más óptimo. En este caso, una persona puede decidir sobre algo significativo, pero antes de eso, piensa cuidadosamente en sus acciones.
Una persona con una autoestima normal es más fácil de comunicarse con los demás. Está en armonía con otras personas, tiene en cuenta sus opiniones, pero no las pone por encima de las suyas. Una persona así no se distingue por la sospecha y la sospecha, no piensa en los demás y no se da por vencida. Al mismo tiempo, no cede a diversos tipos de provocaciones.