A veces, los padres mismos no pueden hacer frente a su hijo. Pero la incontrolabilidad de un niño puede deberse a varias razones. Algunos consejos lo ayudarán a comprender estas razones y a comprender cómo lidiar con un pequeño huracán.
Síndrome de hiperactividad
El niño casi constantemente "se pone de cabeza", se mueve sin rumbo fijo todo el tiempo, hace preguntas, pero no escucha la respuesta, interrumpe. Quizás le gustaría contenerse, pero no puede.
En este caso, es imperativo darse cuenta de que el niño no se está "portando mal" o "por despecho". Puede estar enfermo. Comuníquese con su médico para que le aconseje sobre las complejidades de criar (tratar) a un niño así. Por su parte, observe la rutina diaria, esté más a menudo con su hijo al aire libre. Habla con tu hijo o hija de manera mesurada y sin irritación, no permitas la sobreexcitación.
Connivencia de los padres
Los adultos predican la libertad total en la crianza, pero en realidad esto a menudo se convierte en el hecho de que el niño no conoce fronteras. Y, ante una prohibición, puede hacer un berrinche o simplemente ignorarlo. Los padres tratan de no notar tal comportamiento el mayor tiempo posible, pero conocidos, familiares, educadores y maestros les informan de manera persistente.
Es hora de cambiar de posición y entender que la tarea de los padres es enseñarle al niño las reglas de comportamiento en la sociedad. Después de todo, la libertad de uno no debería interferir con la vida de otras personas. No tema ser razonablemente exigente, la disciplina ayudará a su hijo o hija a desarrollar el autocontrol y el autocontrol.
Voluntariedad
El niño está sano y conoce muy bien las reglas en teoría, pero a menudo no quiere seguirlas en la práctica. De la nada, puede hacer una escena en la tienda o en una fiesta.
En este momento, debe cambiar rápidamente al niño de los mimos a la actividad mental: distraerse con un tema de conversación interesante o hacer una pregunta inesperada. Un niño juguetón de más de cinco años se puede poner en una silla para pensar en su comportamiento (no es necesario que lo pongas en un rincón ni lo encierres en una habitación). Más tarde, hable con el niño sobre la situación y recuérdele las reglas. El sistema de recompensas ayudará. Por ejemplo, si tu hijo o hija se portó bien, colocas un imán sonriente sonriente en el refrigerador, si está mal, colocas uno triste. Cinco caras divertidas: el niño recibe un premio o un regalo.