Los ejemplos muestran la variedad de causas de los trastornos del sueño infantil. Por tanto, conviene citar aquí una serie de consideraciones que la madre puede comprobar en cada caso concreto, y sus observaciones pueden resultar, posteriormente, importantes para el médico y su valoración de la situación. Estas consideraciones se pueden formular como sigue.
¿Cuál es el bienestar general del niño día y noche? ¿Hay flatulencias, estreñimiento, sudoración, escalofríos, envidia, celos, descontento, etc.?
¿Cómo se siente la madre? ¿Quizás está sobrecargada de trabajo, infeliz, incomprendida por los demás, cansada en el trabajo, deprimida y, en general, al límite? ¿Quizás tiene problemas con su suegro y suegra, miembros de la casa, vecinos o preocupaciones sobre el futuro y sus miedos?
¿Cuál es el entorno del niño: cama, ruido, apartamento, radio y televisión, juguetes?
¿Quizás una necesidad temporal específica (por ejemplo, durante una enfermedad lo llevaron a la cama de su madre) se convirtió en un hábito obsesivo para él?
Para ilustrar este enfoque, daremos algunos ejemplos más.
Quizás la cena consistió en alimentos que contienen celulosa que causan flatulencias. O en la estación cálida, el niño usaba un gorro de abrigo. O una hermanita está aprendiendo a caminar (un momento típico en el que pueden surgir sentimientos de celos). Los espasmos e inhibiciones constantes también pueden provocar preocupaciones nocturnas. Por ejemplo, si la familia vive en un apartamento donde está prohibido gritar, de lo contrario pueden ser desalojados.
Si los padres, reflexionando sobre todas estas consideraciones, descubren cuál es la causa de los trastornos del sueño, surge la siguiente pregunta: ¿qué hacer?